sábado, 25 de junio de 2011

Simbiosis. 2.



¿De qué ropaje se revisten las palabras? Y la mano, ¿las sustituye o las respalda? ¿Las hace crecer o las disminuye? ¿Confirma o niega su exposición? ¿Impone rudeza o las vuelve amables? No es fácil advertir quién dirige a quién, en un camino hacia la plenitud o hacia la nada.

8 comentarios:

  1. Palabras, palabras, palabras,
    Manos, manos, manos
    Como hermanos siameses el ideal sería que vayan ambas... de la mano, tacto y contacto.
    Saludos blogueros, jean

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  2. Todo estaba en calma, en el vacío, sin movimiento, y en la mente surgió el verbo (amar, odiar, desear, despreciar, querer, etc.) y la voluntad prescribió sonido (palabra) y gesto (acción). Que las manos animan y robustecen a la palabra, lo tengo claro, lo que no, es ¿por qué? Esta serie, como todas, voy a disfrutarla, mas no volveré a ponerme ansioso.
    Un gran abrazo, Jean; y gracias, por hacer que tu lector accione algunas neuronas.

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  3. Esta vez, refiriéndome a un contexto que conozco, que es el del discurso, he llegado a una suerte de conclusión en el sentido de que en el ámbito discursivo solemos estar más habituados a dirigir nuestra palabra y nos cuesta más aplicarnos en el gesto a la hora de encauzarlo, es decir que suele ser menos manejable y más espontáneo. De hecho, en ocasiones,  las manos delatan, como apéndices comunicantes, todo el intrincado interno de emociones que intentamos destilar en el discurso. Me atrevería a decir que la emotividad del gesto permanece mucho más intacta que el de la palabra tal vez porque ha sido menos trabajado para servir  al discurso. 

    De todas formas me ha parecido interesantísima la duda que plantea Julio de porqué las manos robustecen y animan a la palabra... una nueva reflexión que agradezco al poeta y amigo. 
    Me quedo con tus palabras, Jean, y con las de Julio también.

     La aportación de y en este espacio es tremenda.

    Un abrazo

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  4. Yo diría que las respalda, las refuerza, las filtra, las suaviza, las amansa cuando llegan en estado salvaje y después las libera.

    Pero claro, se necesita cierta habilidad y destreza para encontrar las que mejor se amoldan a cada situación y para evitar que las mismas palabras se conviertan en círculos de hierro que empequeñecen y comprimen ideas. Ah! y también para que la mano se convierta en cómplice.

    Un saludo, Jean.

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  5. José Aº. Pero sí que van, ¿no? Aunque en ocasiones se desencuentren.

    Gracias por pasarte, un abrazo.

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  6. Julio, las manos robustecen la palabra. Incluso la matizan, la corrigen, la inquietan. O la sublevan, la calman, la anulan. Malo cuando las manos actúan sin la palabra. O cuando palabra y mano se sublevan cómplices contra el Lógos. Pobres los receptores.

    Buen festivo, hermano.

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  7. Gabriela. Probablemente cada individuo no tenga la misma capacidad o disposición o habilidad para manejar paralelamente, en la misma onda, la palabra y el gesto. Ojo, me refiero al gesto de la mano, en este caso. Porque hay otros gestos, tema rico para otra ocasión, que pueden sustituir implacablemente a la palabra.

    Luego está la manera nerviosa de pronunciar la palabra y/ o ejercitar el gesto manual. Hablar con las manos en los bolsillos siempre me produjo extrañeza. Creo que la mano reescribe las palabras que salen de nuestra boca. Y también creo que las hacen más auténticas, nos gusten o no. No suelen ir cada una por un lado.

    La emotividad del gesto manual permanece más bien virgen muchas veces, porque ha sido poco trabajado, poco desarrollado, como bien dices. Pero incluso la timidez con que se esgrime una mano, la distancia corta o el pequeño apunte de unos dedos también dicen del emisor. Hay para todos los gustos y posibilidades. Dudo de que existea un estado ideal compenetrado manos/palabra. Y en los gestos hay la personalidad: ese mundo íntimo de emociones, pasiones, tendencias, euforias, frenos...que expectoramos. Me encanta.

    Por cierto, Gabriela, un puñetazo en la mesa del jefe, ¿es expresión también? ¿Ratifica lo dicho, respalda, exige más...? ¿Es de energúmenos, de valerosos, de insuficientes, de frustrados? Siempre me quedó la duda.

    La aportación aquí es la que hacéis todos, me gusta. Un abrazo.

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  8. Quelle...¡o las carga de virulencia y las vuelve más salvajes! El lenguaje de la mano es poderosísimo. Observa a un hombre que en un debate público esté todo el rato tocándose la barba con los dedos, mientras otros hablan. Hasta que de pronto él pide la palabra o no la pide y salta. Salta vehemente, y toda la energía que ha ido extrayendo de su barba (del pensamiento que ha ido elaborando en complicidad con la barba) la convierte en cinco dedos que se proyectan hacia el auditorio cómplice. ¿No es maravillosa la capacidad humana? Presenciar de pronto la desnudez del individuo. Porque la desnudez no es el vacío, es la manifestación, la entrega, la aportación, la cohabitación en la búsqueda de ideas.

    Lo de las palabras trazando círculos de hierro es una imagen que me gusta. Pero las palabras no son difíciles de desmontar...con otras palabras. Lo que no se desmontan son otros instrumentos que los hombres ponen en circulación: leyes, prohibiciones, castigos, coacción, etc.

    En fin, buenas intervenciones en el ambiente.

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