viernes, 8 de febrero de 2013
Expulsiones. 2
Fue aquel origen el que marcó su gesto.
Al ser arrojados perdieron la noción anterior.
Entre sus convulsiones una vaga sensación
de que pudieron estar llamados a otra posibilidad.
Nadie recuerda. Nadie tiene certezas.
Invocan por instinto de adaptación
un subterfugio que llaman memoria.
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Très impressionnante cette photo de diable...
ResponderEliminarMais ... ce qui est le diable? Merci de visiter le blog.
EliminarMuy buen texto, enhorabuena.
ResponderEliminarEn la memoria queda marcado el gesto de las sombras, las convulsiones de los deseos, la sensación que produce el miedo cuando se acerca, la mordedura de la incertidumbre, el fracaso de la palabras no adaptadas, los subterfugios; todo esto amigo Jean, también forma parte del sustrato de la memoria y tú lo has sabido expresar muy bien.
Salud
Francesc Cornadó
Explicitas tan bien que casi me quedan ganas de replantearlo...pero no: lo aparentemente críptico -vía metáforas o imágenes turbias, por ejemplo- desencadenan extraordinarias interpretaciones. Como las tuyas. Gracias.
EliminarTranscurre el tiempo, nuevas olas se ensartan unas a otras sin borrar las de un cercano ayer, esas que la memoria selectiva resguarda de borrascosos cambios.
ResponderEliminarLa certeza evanescente de un día sin tristeza.
Aún no siendo Lilith, ni la Seberg, ya que tu sexo cita hombre; tu imagen me invoca, me evoca a ella sin caretas, realista.
Me lleva y llega a mi memoria a Jean Seberg; Audrey Hepburn y Catherine Deneuve.
Citas las diosas, Holden. Sus interpretaciones encarnan y reencarnan nuestros sueños. Nostalgia de lo evanescente, pero que fue. Gracias por pasar.
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