Sube sobre su lomo, jugador loco. No llegarás tal vez a ninguna parte -¿hay que llegar a algún lado?- pero en sus idas y venidas verás mundo. La altura de sus saltos te darán la medida del territorio que te está permitido poseer con el deseo. A través de su agitación palparás la alegría de lo lúdico. ¿No te parece suficiente? ¿Acaso no habías comprobado todavía que tu existencia apenas es un baile de ocasiones que, las cojas o no, son efímeras y quebradizas? Presumas de hombre disperso o de hombre centrado los paisajes no son tuyos y, por lo tanto, nunca podrás decir con propìedad: fui el dueño de tal lugar o aquel espacio lo creé yo. Aprovecha los saltos que te brinden alegría, que deslicen placeres inesperados, que te envuelvan en el goce de la ternura.
(Ilustración de Artemio Rodríguez)
Aprovechemos los saltos que nos den alegría... Me gusta esa recomendación.
ResponderEliminar=)
Un abrazo
Para saltar a lo triste...ya nos darán empujones bruscos otros.
EliminarHace poco rescaté casualmente un juego de la oca, también con muchos animalitos y con el del parchís por el envés, pero aquí no tengo dados. Las fichas se pueden inventar. Ya veré la utilidad que recibe, desde luego a mis nietos no les atraería. "Sin palabras". Pero no me atreví a desecharlo no se bien si para seguir saltando como la ranita.
ResponderEliminar¿Un juego viejo, de tu pasado? No lo tires, eh.
EliminarSiempre me fascinó el juego de la oca. Era por las ilustraciones del tablero y aquello de si caes al pozo te detienes dos jugadas, y si te coge un pájaro avanzas equis casillas, etc. El dominó también, era vibrante porque los jugadores hacían resonar las fichas a lo burro sobre la mesa de mármol. Las damas siempre me pareció soso.
Ahh si coincido en la apreciación del dominó. Me encantaba jugar. A las damas ni caso. Al ajedrez jugaba contra mi misma...a falta de compañía...
ResponderEliminar¿Quién ganaba, tú o tu otra tú?
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