¿Instinto de protección o inercia?
¿Modo de ser o concentración?
¿Confusión o decisión contenida?
¿Espera tensa o prospección?
Todo implica una dinámica alterna:
el efecto siguiente es el inicial
de otro más próximo y éste de otro más.
Nada hay acabado en el ser.
Pero no basta con su indocilidad.
Permanecer en la distancia recibiendo los golpes
no conduce a nada.
O tal vez no sepan hacer otra cosa:
Estar ahí como metamorfosis del lamento.
Ser la víctima que atraiga los fracasos
y la rebeldía estéril de otros seres.
De ahí su resistencia. No saber
si serán aceptados o si deberán imponerse
como la nueva revelación.
Dudar entre el aprendizaje
que les haga uno más entre todos
o mostrar el lado oscuro:
su queja permanente.
Fue aquel origen el que marcó su gesto.
Al ser arrojados perdieron la noción anterior.
Entre sus convulsiones una vaga sensación
de que pudieron estar llamados a otra posibilidad.
Nadie recuerda. Nadie tiene certezas.
Invocan por instinto de adaptación
un subterfugio que llaman memoria.