...por un instante has detenido la respiración, se han abierto la puerta de tus pensamientos, te falta el aire para pronunciar una queja, te concentras como pocas veces en un espacio íntimo que es el tuyo y nadie más que de ti, poco a poco los músculos se destensan, el dolor de las articulaciones es ignorado, la rabia que te recorre desde los cabellos a los dedos de los pies se templa, la ira va tornándose en apaciguamiento, la confusión en claridad, la genuflexión forzada está a punto de ser abandonada al intento único de ponerte erguido, como aquel hombre que una vez quiso ser hombre del todo, no quieres volver atrás, te dices que no eres lo que quieren otros que seas, no he nacido para el sacrificio, te dices, y una energía nueva recorre cada milímetro de tu cuerpo, conmueve las ideas, destroza las preces, endereza los quejidos, un impulso te reconstruye y sientes que vuelves a nacer, te sientes naciendo, esta vez obra solo de ti mismo.