domingo, 31 de enero de 2010

Extensión

Son esos brillos los que educan nuestros ojos. Cuándo empezaron a manifestarse es algo que se pierde en la lejanía de nuestro origen. Cuándo nos dimos cuenta de que día tras día se repetían, ora como destellos, ora como cenit, ora como contraluces, tampoco es recordable. Pero de pronto se asentaron entre nuestros pasos. Los fuimos reconociendo en su extensión. Y aprendimos a mirar en su dirección. Tímidamente al principio. Llegaron a ser tan habituales que en nuestra insolencia los ignorábamos. Pero ellos nos acompañaban pacientemente. Como si pensaran que siempre, nosotros, los hombres que crecíamos, los íbamos a necesitar. Tanta generosidad la pagábamos con ingratitud. Hasta que las sombras que emergían dentro de nosotros nos obligaban a urgirlos. Sólo la soledad nos hacía ir tras sus haces de esperanza.


sábado, 30 de enero de 2010

Brillos

Hay brillos intensos que nos anuncian la presencia de espacios cuya dimensión no calculamos. Su intensidad nos atrae. Nos sentimos pequeños ante lo que nos parece una plenitud a la que no llegaremos jamás. Su poder es tal que desborda nuestras percepciones, y casi hace que nos olvidemos de nosotros mismos. Pueden producirse en cualquier materia. En los planetas y en las ciudades. En los paisajes abiertos y en los individuos. En las profundidades y en los descubrimientos. No obstante, la mirada exterior, con ser seductora, no es la única cuyo ejercicio nos depare el deslumbramiento.