miércoles, 16 de junio de 2010

Arrebatos (3)


¿Y por qué siempre cae transversalmente? Los cuerpos de la tierra la reciben desigual. La sienten oprimente en unas partes, liberadora en otras. ¿Qué queda de ella en cada elemento? Unos la mantienen superficial, otros se abren a su agudeza hasta las entrañas, otros se dejan cegar, otros empiezan a ser nuevos tras su paso. Ni la más mínima sustancia, se advierta o no su dimensión, permanece ajena al trazo diagonal de la luz.


domingo, 13 de junio de 2010

Arrebatos (2)


La luz sabe que no debe exhibir su presunta pureza. Que su perfección es su misterio preservado. Pero los celos la vuelven imprudente. ¿Por qué traspasar el designio que le nombró creadora de la vida?

viernes, 11 de junio de 2010

Arrebatos


Envidia su obra. Como un arrebato, la luz se hace visible por sí misma.

lunes, 7 de junio de 2010

Un árbol caído (y 8)


Y en la palidez, la nobleza. El diámetro del tronco preserva memorias, aunque no respire. Su pátina es antigua. Existe más allá de su caída. Es un extraño ser que vive en su muerte. Debe permanecer ahí. No para que los caminantes se aflijan, sino para que tomen nota de la fortaleza del gigante. Unos niños están a punto de subir sobre su lomo áspero para galopar. Sea cual sea su posición y su estado, para ellos es el árbol. Su línea horizontal traza un ángulo invisible con la vida. Un aliento.

domingo, 6 de junio de 2010

Árbol caído (7)


La última sangre. Suda la luz que absorbió durante milenios. El tiempo justo en que el fósil se hizo sustancia y ésta creó nueva vida. El tronco empapa la vista, reblandece el sentimiento, purifica. Una mano toca el corazón del árbol. Una mano proscrita palpa los últimos latidos. Una mano que busca otra mano recoge el último calor. Agonía.

sábado, 5 de junio de 2010

Árbol caído (6)



¿A dónde conduce la oquedad de un tronco? ¿A la aceptación o a la rebeldía? ¿A la lástima o al desagravio? ¿A las dimensiones imposibles o al retorno al origen? ¿Al meollo de la herida o a la fuga? ¿A las preguntas que no deberían hacerse o a las respuestas que no se desean obtener? ¿Al sonido profundo o al silencio aparente?

viernes, 4 de junio de 2010

Árbol caído (5)


De ese desprendimiento nacen páginas de un libro. Es la materia prima, es la forma, es la escritura. ¿Alguien podría negar los signos transparentes que se han quedado a medias y buscan nuevas savias? El alma de las letras se compone de filamentos ilimitados. Cada hilo agota un texto, o vincula otro, o resucita el nonato. Leo en el árbol lo que no leo ya en la tinta.

jueves, 3 de junio de 2010

Árbol caído (4)


El gigante en su dignidad. Su presencia sigue imponiendo. Cuando estaba inhiesto y con vida producía admiración. Como cadáver sobrecoge. La medida de su dimensión aún suscita imploraciones. Cuesta admitir la derrota. No es fácil asumir el fin. Los paseantes no abarcan con la mirada su talle curtido.

miércoles, 2 de junio de 2010

Árbol caído (3)


Diríase un descuartizamiento. Se enseñaron con él. Si un rayo, si las termitas, si la enfermedad, si los hachazos. Siempre hay un punto débil. El espacio donde el desgarro se manifiesta. El punto donde la violencia hace mella. La diana donde la garra de la vejez se vuelve definitivamente inclemente. Un paisaje de astillas. La savia fugada.

martes, 1 de junio de 2010

Árbol caído (2)


No sólo estaba caído. El árbol estaba roto. Tal vez una parte de él se resistió al derrumbe y quiso separarse. No llegó a tiempo. O el mal lo llevaba también dentro o no podía evitar desprenderse de sí mismo. La actitud permaneció en un gesto. Las dos mitades estaban muertas.