Confías tus energías a la precipitación de una lengua que brinca salvaje dentro de tu boca. ¿Dónde entrenaste ese órgano maravilloso para usarlo en los desatinos en lugar de saborear la palabra bella y tranquilizadora? Envidias lejanas de algunos próximos a ti que no supiste frenar ni buscar la colaboración y que potenciaste día tras día. O fue cuando las primeras veces que te exaltaste conseguiste apocar a otros individuos y lo concebiste como un poder. O te sentiste humillado por tu propia personalidad al carecer de una capacidad de entendimiento y serenidad que sí brindaban otros. ¿No te has encontrado jamás con otro iracundo que se impusiera a ti?
Si ha sido así no me he dado cuenta. Un abrazo de buenas noches
ResponderEliminarHay iracundos que encontramos por el camino. Mejor evitarlos.
EliminarConozco bocones locales que usan su lengua como filosa espada de insultos sin medida y ni siquiera se sonrojan con las aberraciones que dicen. Y no le pasan factura los que se la dan de nienpensantes. Estamos condenados a no avanzar. al contrario, retrocedemos.
ResponderEliminarQué puedes pretender; los ha habido siempre y los seguirá habiendo; bastante tenemos con alejarnos de ellos y ser prudentes.
EliminarUn buen grito para silenciar otro grito, siempre lo he dicho.
ResponderEliminarSaludos,
J.
¿Y entrar en la escalada de gritos? ¿Tú crees que es solución?
EliminarSi, los hay y lo mejor es alejarse, no engancharse.
ResponderEliminarMe gusto tu blog
Abrazos y besos amiga, que tengas un bonito fin de semana
Tienes razón: distancia con esos personajes. No hay mayor desprecio...ya sabes el dicho.
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