No hay celosías que puedan impedir que los frutos lleguen a las bocas. Hay rejas que se encelan y construyen edificios dentro de edificios. Verticales enredaderas cuyo material no puede ocultar los dones de la tierra. Extrañas sintonías orientales que al encordelarse en hierro tratan de trenzar las hojas y los frutos. Pero las esencias fluyen, sin que ninguna fuerza de la mano del hombre lo evite.
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