(mas algún ápice de ellas se erige, impulsada por su savia extraña; tal es la fuerza de aquello que invade lo recóndito, lo que el tiempo traicionó y los hombres soterraron con desidia; tal es el impulso que les hace encontrarse en un punto casual desde direcciones opuestas, desde alientos que se atraen, desde suspiros renovados)
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[plena a força da palavra, vastas as possibilidades do olhar, no corpo da palavra adentro]
ResponderEliminarum abraço,
Leonardo B.
Leonardo, tus palabras son estímulo para mi. Tu mirada va en la misma dirección.
ResponderEliminarUm abraço.
Bello blog. Totalmente de acuerdo con tu sentir
ResponderEliminarDesde Argentina
Lydia Raquel Pistagnesi
Lydia. Gracias por tu sensible observación. Pasa cuando quieras.
ResponderEliminarMás tarde aportaré algo a tu estupenda serie que me ha tenido abstraído en múltiples caminos no sólo del análisis y el reciocinio sino, de la imaginación; pero sí quería compartirte algo. Hace años leí a un autor, Fulcanelli, y no sé por qué razón le he encontrado -no por el tema o la escritura críptica- una asombrosa familiaridad con tu bondadosa sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jean, pienso en esa materia relegada al olvido,... siento cómo renace desde su mudo cercenamiento a través de un esplendor antiguo del que nunca se desprende... la magnificencia de esa materia no es cuestionada por la luz del presente, más bien al contrario, ambas forjan una alianza inextricablemente luminosa o tal vez enigmática, no lo sé todavía, ... esta percepción está naciendo ahora.
ResponderEliminarPlena me voy, Jean, de tu espacio con nuevos desafíos...
Un abrazo y mi más sincera admiración.
Aporta cuanto desees, Julio. A mí el tal Feltrinelli me suena de hace muuuuchos años. Estaba muy en boga en mi juventud, hacía un tipo de relato esotérico con el fondo de las catedrales o algo así, pero no leí mucho de él y tampoco me dejó huella lo poco que leí.
ResponderEliminarPero como sabes que la búsqueda y los descubrimientos es algo a hacer en y por cada individuo, pues es probable que la casualidad nos vincule de alguna manera a todos los que nos empeñamos...en divagar, jaj.
Abrazo.
Es que precisamente esa materia relegada al olvido y a la destrucción es la que siempre me ha llegado más, Gabriela. Sin desmerecer las obras que han llegado más enteras a nuestros ojos (muchas reconstruídas impune y salvajemente) la ruina me habla demasiado.
ResponderEliminarNo vas descaminada, y me parece bien que la percepción se abra senda entre tu pensamiento. Se admiten sugerencias a toda banda.
Con que te vayas con un grantio me conformo, ¿o acaso la plenitud reside en la conciencia de cada leve aportación en nuestras vidaas?
Abrazos.
Quise decir granito, pero los dedos bailaron. Vale.
ResponderEliminarEntiendo, dando giro al pensamiento que me tiranizaba en una dirección, que los mitos no desaparecen, sólo se arropan con otros vestuarios y maquillajes y vuelven a poblar las mentes en otras épocas. Sé que desvarío, o quizá no. Tal vez sólo doy palos de ciego.
ResponderEliminarUn abrazo, Jean.
Los mitos acaso no desaparecen, Julio, pero están a la baja. ¿O no lo están? Desecho la idea de los mitos como condicionante pararreligioso, por supuesto. Pero ¿como proyección de la naturaleza del individuo? Hoy no hay referentes como en la antigüedad o en la Edad Media, probablemente. Pero algunos nos seguimos alimentando de literatura (o de cine) ¿No continuamos a nuestra manera la ruta de los mitos?
ResponderEliminarTema largo, me cuesta acertar en las palabras. Bebí de Joseph Campbell en su día y algo me enseñó con su obra. Pero cuesta digerir siglos de ideas, pensamientos, proyecciones...mitos...de la Humanidad.
Cuestionas bien.