- Sombra, tuviste suerte, simplemente. No hubo más. Quien te halló era noble. Y su presencia conjuraba el recuerdo que te atormentaba.
- Yo le esperé y no hubo límite. Yo le estimé y él supo ser consecuente. Yo le nombré y él abandonó todos los nombres para pronunciar el mío.
Cuanto sentimiento...Me gusta
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Gracias. El sentimiento anida, sí.
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