Juegas a inflar la carnosidad de tu rostro ovalado. Cuántas desfiguraciones, ficticias y también obligadas, no tendrás que adoptar a lo largo de los años venideros. Primero crees que se trata de un simple ejercicio de verte como no eres. Una hinchazón provocada que acrecienta tus carrillos, que dobla las líneas de los labios, que achina las almendras de tus ojos. Haces permanecer la seriedad, no obstante. Esa actitud secreta y reflexiva, tan tuya, es lo único que no puedes modificar ni ante el espejo. Será tu aliada o acaso la ausencia de máscara que te traicionará.
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Pero qué feúca has dejado a la muchacha. Parece hinchada por exceso de ingesta de cortisona, pobreta!
ResponderEliminarUn efecto del carrusel de los espejos.
EliminarLo que permanece es la esencia...
ResponderEliminarUn abrazo
¿Una esencia mutante?
EliminarSalutem.
Se resisten a ser como son. Cuántas máscaras por ahí deambulando hechas de su propia carne facial. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarSin duda, Carlos, y aprendiendo a llevarlas desde tiernas edades, a veces inconscientemente, a veces a propósito. Muchas gracias.
EliminarMamma mía! que poca frente.
ResponderEliminarUn poco fea, si.
Adriana
Eso es que no la ves con buenos ojos.
EliminarVeo la microcefalia política: mucho rostro y poco cerebro.
ResponderEliminarAdriana
Nada que objetar a esa lectura. Claro que ya no vale culpar de microcefalia a los políticos on line, creo que al ciudadano común le disminuye también la testa.
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