...¿De dónde vino el hombre? ¿Desde qué reino natural se incorporó al tuyo para que el azar os pusiera en el mismo camino? Las preguntas que me hago y ya te hice no han buscado nunca respuesta, sino revolcarse en la perplejidad. Si perdemos la capacidad de asombrarnos distraemos el acercamiento entre nosotros, dijiste y yo, atónito, confirmé. No más preguntas explícitas. Entreguémonos a los ejercicios de aquello que aprendimos en otros mundos. Rodeemos nuestros cuerpos de la floresta o rujamos como fieras extraviadas o alcemos vuelos sin previo destino. Al fin y al cabo somos lo que fuimos, sentencié
(Imagen de Inés González Soria)
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