He sido el raro de la partida de caza. Me he pintado como nadie y como nunca. Mi rostro ha producido espanto entre mis compañeros. Vas a asustar a los animales y si huyen ¿cómo abatiremos las piezas? Bolom ha dado la cara por mí. Veréis cómo sacaremos provecho del desconcierto de los animales cuando se enfrenten a esta máscara andante, ha dicho. Así ha resultado. Lo mío ha sido una interpretación inédita. Mis compañeros estaban más pendientes de ella que de cercar la caza. No he parado de agitarme, de dar saltos adelante y atrás. El animal rodeado no ha huido, más bien quedaba paralizado. Cuando he proferido gritos agudos, imitando sonidos de los animales más depredadores de la sabana, el pobre no sabía reaccionar. Ha sido presa fácil. Lo he sentido. Y para olvidar el mal trago que me causaba la víctima he seguido danzando y emitiendo gruñidos a lo largo del camino de vuelta. El grupo ha reído. Hacía tiempo que no me sentía tan integrado, que es tanto como decir comprendido.


No hay comentarios:
Publicar un comentario