Te retuerces. Buscando el soplo que arrecia, te conmueves. No es el aturdimiento, sino la conciencia. Saber que puedes rodearme y en cualquier instante acometerme descarnadamente . Acaso esperas a que baje la guardia. O lo opuesto. A que mi atención desmedida sea la celada que me pongo a mi mismo. Aun sabiendo que quemas no me aparto.Te enderezas.
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