Remolino. Ni agua ni fuego. Ni viento ni tierra. El eje invisible actúa como un huso donde se enredan los hilos cambiantes. El efecto es tan hipnótico que precipita miradas y anula una exégesis. Son los sentidos los que se dejan tocar por la oscuridad telúrica. Se escucha un eco hondo peligrosamente atractivo.
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lo de que anula la exégesis no cabe duda
ResponderEliminarbromas aparte, me parece muy original tu manera de describir
Pues estuve a punto de poner interpretación, pero me dije: ¿por qué no vindicar el término griego?
ResponderEliminarPor lo demás, se trata de una búsqueda, trapecista, como otra cualquiera. Gracias por pasar e interesarte.
Saludos.
En la solución de la disolución nos encontraremos todos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHa sido muy interesante seguir (con expectación) cada movimiento y dejarse llevar por la misteriosa atracción…
ResponderEliminarYo espero por la próxima.
Emejota, suena a acertijo humorístico, pero no vas descaminada.
ResponderEliminarAbrazo.
Quelle, la verdad es que hay tantos reflejos, y ninguno es igual a otro; el tono del cielo, la intensidad del sol, la brisa que sopla, la parada del viento, el calor o el frescor, incluso los ojos del que observa...tantas situaciones convergen para que no haya dos disoluciones idénticas...
ResponderEliminarA ver, me pienso la próxima serie.
De lo Uno a lo Múltiple; boca de un reloj de arena. No hay dos disoluciones idénticas, aunque todas acaben y empiecen en lo mismo.
ResponderEliminarMe sumo a tus imágenes y tus palabras.
Un abrazo.
Lo singular y lo plural se atraen y se rechazan, pero forman el todo. No hay dos respuestas idénticas nunca. Las imágenes me procuran un punto de reflexión, muy críptico en ocasiones, lo siento. Pero es mi indagación.
ResponderEliminarVeo tu blog, me meto a echarle un vistazo con más calma.
Gracias, Andreas, por pasarte. Saludable tarde.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsa atracción formal que proporciona la belleza, resulta tan íntima y misteriosa como cuando se descubre, desde el caos, la razón sencilla que hace fructíficar la ciencia
ResponderEliminarMBI, no puedo sino participar de tu palabra que considero también la razón. Nada que añadir. Eso me hace pensar en que la indagación científica está dotada de una enorme belleza, algo que puede que no vea el común de los mortales. Pero sucede lo mismo con otras artes.
ResponderEliminarGracias por tu opinión. Saludos.