No era como los otros. O había renunciado a serlo. No venía a imponer, ni a conducir. Dejaba que la materia siguiera su curso sin intervenir. Veía a distancia a los humanos de la misma manera que se deleitaba en el verdor húmedo que era causa y efecto de la vida. En el que se había refugiado para protegerse de las otras divinidades.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una buena forma de permanecer silente. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPensé que se trataba de un montaje fotográfico o algo así, pero por tus palabras entiendo que no, que está ahí: misterioso, observante, indolente, formando parte del paisaje y en perfecta simbiosis con él (qué alivio).
ResponderEliminarQué curioso... la de cosas que habrá tenido que ver.
En efecto, Emejota; no está en guardia, sino indolente.
ResponderEliminarAbrazo.
Y seguirá viendo, supongo, Quelle, y seguirá viendo. Su materia no le hace ciego, necesariamente. Aunque los transeúntes le ignoren habitualmente.
ResponderEliminar