A medida que él crecía, la marca se multiplicaba. Si él se entristecía, ella encogía su silueta. Si él reía, ella se expansionaba. Si él hacía muecas, ella no paraba de danzar. Si él encogía el entrecejo, la marca amenazaba con sustituirlo con su vuelo exuberante.
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Breves palabras para tan hondas reflexiones. Se me hizo corto tu dialogo.
ResponderEliminarSaludos.
Diálogos exteriores cortos, meditaciones interiores profundas...Acaso así los humanos nos entendiéramos mejor.
ResponderEliminarSaludos.
He leído todo lo anterior y saco la conclusión de que haces magia con las letras. De todo, me quedo con esa forma tuya de resultar distinto a todo, de hacer que podamos captar la esencia de lo fundamental, que no de lo que sólo el que escribe un texto, por ser el hacedor, sabe lo que quiere expresar, y ahí radica la magia, en el libre albedrío de imaginar y volar, de hacérlo tuyo. Vuelos y máscaras nos lo facilitan, es magia sí, nos regalan esa comunión perfecta de luces y sombras, consigue durante esos minutos, que dance el alma.
ResponderEliminarSaludos Jean
Las marcas se pueden hacer pequeñas o grandes según el valor y la importancia que le queramos dar.
ResponderEliminarun abrazo.
calmA, no sé qué responderte. Si sientes eso, lo respeto. Yo siempre he creído en los textos abiertos y, como dices, que hagan volar. Tu criterio estimulante ayuda, de verdad.
ResponderEliminarSaludos.
Mariola, naturalmente, y de todo lo que haya detrás, de la envergadura de nuestro pasado y de la persistencia de nuestros fantasmas. Un abrazo.
ResponderEliminarcrecer es, hacia arriba o hacia abajo?, porque yo ya no lo tengo nada claro.
ResponderEliminarabrazo
Prefiero hacerlo hacia adentro. Percibo más el sentido del crecimiento. Probemos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un texto increíble. Para reflexionar... Esas marcas...
ResponderEliminar¿Qué reflexión puede concluirse?
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