Me recreo en el tiempo detenido. Cuando nadie sabe de mí no me siento obligado a responder a las solicitudes de los demás. Yo y mi máscara, que se revela como desconocida, conversando mutuamente. Ella que proviene de otro mundo y relata sus cuitas. Yo que le hablo de mis preocupaciones y advierto que me escucha con una atención que no me prestan los que viven conmigo. ¿Intercambiamos nuestras apariencias?, pregunta la aparecida. Si yo soy tu imagen y tú la mía, ¿cómo nos entenderemos?, respondo. Ella, la otra, no se arredra. ¿No será que temes que no te reconozcan quienes te acompañan habitualmente? ¿No será que te desconcierta ver tu vida desde otro lado que no conocías?
No hay comentarios:
Publicar un comentario