lunes, 31 de enero de 2011

Rasgaduras



Siempre la luz abriéndose camino. Elevándose sobre el último solsticio avanza hacia nuevos tonos. La luz nunca es única. ¿Por qué habría que elegir, entonces, una de sus formas? ¿No es mejor disfrutar cada manifestación diaria con que nos brinda su presencia y afirma la nuestra? La mirada se niega a reducir la demostración. La mirada no quiere sino vivir el instante en que la luz nos es dada. La mirada debe ampliar la percepción. La mirada intuye el misterio y lo rescata en forma de estética. Tal vez la luz no sabe de eso. La luz obra a su ritmo y habla marcada por la lejanía o por la cercanía de quien la produce. La luz sortea las interferencias que las estaciones le designan. La luz se contempla en unos ojos, hasta seducirlos.

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