miércoles, 13 de junio de 2012

revelaciones, 11




No enmudecen las viejas sombras:

Donde tú llegaste nosotras no llegamos. Lo que tú conociste nosotras ignoramos. Lo que quisimos evitar resultó también nuestra condena. No podríamos ahora exigirte nada, sino que admitas nuestras equivocaciones. Siquiera para que nuestros días no sean más tenebrosos. Siquiera para que alguno de tus destellos nos tranquilicen.




6 comentarios:

  1. Hace un tiempo que leo estas revelaciones tuyas, son escalofriantes, en el sentido anímico de la palabra. Podría firmarlas yo y poner un retrato en sepia y borroso, muy parecido.
    La vida deja huellas terribles.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. M. Te agradezco que sigas estas Revelaciones, y más si las percibes y las interpretas aproximadamente. La vida, sí, sobre lo que todo ya está dicho. Pero que necesitamos cada cual comprobar en nosotros mismos, ¿verdad? No nos basta leer o escuchar la vida de los otros si no es sentirla en carne propia.

    Quien más o quien menos tiene sus huellas, sus marcas, lo entiendes bien.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Siempre se está a tiempo de admitir los errores...propios y ajenos.Es parte del aprendizaje.

    =)

    ResponderEliminar
  4. Siempre, Neo, siempre. Y ese instante en que somos capaces de admitirlo es lo nuevo de nosotros. No sé si la sabiduría o simplemente la madurez. Pero siempre el sentido. Y una cierta clase de bienestar íntimo y profundo.

    ResponderEliminar
  5. Ola...belissimo trabalho.
    Amei tudo.
    Abnraços
    Sinval

    ResponderEliminar
  6. Sinval. Você é muito gentil, bem-vindo. Espero em breve para começar outra seqüência.

    Atenciosamente.

    ResponderEliminar