Pero quien no se arredra, escala. Quien no cede, llega. Quien no se desanima, la alcanza. Imperturbable en su sencillez, domina el promontorio. Enrocada como esbelto zigurat cara a las estrellas. Tejiendo la espiral de las preguntas sin respuesta.
Pienso que siempre hay que perseverar. Fíjate que deleite para los ojos y la mente! Me encanta el final, muy lírico:"Tejiendo la espiral de las preguntas sin respuesta". un abrazo.
Las mejores preguntas son las que no tienen respuesta. Tratar de alcanzar la cima puede llevarte una vida entera; una vez arriba todo se ve, se siente, de otra manera. Mientras subes te das cuenta de lo que dejaste atrás, lo que hay por delante, "las espirales de las preguntas sin respuesta"
Son las mejores, porque las preguntas que no hallan respuestas, quien las formula, las inventa...y la imaginación es la hoguera generada por la chispa.
Mariola, pero no es fácil perseverar. El acecho del desánimo está a la vuelta de cada día. Y sin embargo, se persevera. ¿Será que el objetivo es poderoso y su atracción no cesa?
Ío. Acaso son las mejores porque permanecen siempre en vigor. Y eso nos empuja a seguir prosèctando. Alcanzar la cima ¿será como un viaje a Ítaca pero en vertical? Cuánto gustan algunos seres humanos en perseguir el ascenso, el reconocimiento, el triunfo. Mas, ¿se permanece en la cúspide o resulta ficción?
Prefiero el ras del suelo, donde lo minúsculo resulta muy hermoso cuando lo miras de cerca, sin importar las alturas ni subirte a ellas, porque las cumbres están lejos y seguramente es mentira que se llegue, o existan. El viaje siempre es hacia dentro, y a las preguntas, donde el silencio es la brújula que nunca te llevará a un destino.
Eso que dices, Ío, me recuerda...algo que tengo olvidado: de niño me tumbaba boca arriba a ver el cielo. Veía las cumbres y los valles y los océanos simplemente mirando el cielo. Me veía a mí.
Tienes razón. Viajamos hacia dentro. Pero las direcciones del entrono, ¿nos indican o nos despistan?
Ío, excepcionalmente lo he hecho de mayor, pero en la infancia era un diálogo permanente con el cielo, las nubes voladoras o inertes, el espacio soñado...
Tal vez lo reintente, pero el frío de los páramos hiere mucho, además de lo pedregosos que son...
R28. Se quiera o no, en la vida se pierde muchas veces. Lo importante e sno convertirse en perdedor definitivo, muchos ya lo son de continuo, de alguna manera. Pero hay que seguir los juegos y las apuestas.
Los páramos son parajes muy inhóspitos, lo sé bien; las piedras cortantes, el frío que no te deja huir, y la niebla, la hermosa niebla entre tú y el cielo. Buenos días, Jean
Parece que los conoces muy bien, Ío. Pero en ellos hay vida. He visto hormigas viviendo tiempo y tiempo en las oquedades y galerías de las rocas calizas. El frío es intenso. Pero el cielo es limpio. La niebla no tiene la contaminación que conlleva cuando se desplaza por las ciudades. Hay quien describe el páramo como lugar de desolación. Una visión particular y extendida. Pero hay belleza. Esa sensación de que el horizonte está bajo tus pies, no a la altura de los ojos, es inenarrable. Como bien dices, estás en diálogo con el cielo.
No es por llevarte la contra, que no puedo, porque hay belleza en ellos, claro. Pero hay rigores y más dependiendo del tiempo en que se haya vivido en ellos. Conocí a un hombre que padeció esos rigores, esa dureza y el silencio del medio durante los años veinte y treinta del siglo pasado. Le hicieron de hierro más que de piedra. Se forjó y llegó a muy viejo. Misterio de los páramos o de la capacidad de adaptación de algunos seres.
Pienso que siempre hay que perseverar. Fíjate que deleite para los ojos y la mente!
ResponderEliminarMe encanta el final, muy lírico:"Tejiendo la espiral de las preguntas sin respuesta".
un abrazo.
Las mejores preguntas son las que no tienen respuesta.
ResponderEliminarTratar de alcanzar la cima puede llevarte una vida entera; una vez arriba todo se ve, se siente, de otra manera.
Mientras subes te das cuenta de lo que dejaste atrás, lo que hay por delante, "las espirales de las preguntas sin respuesta"
Un placer tus cùpulas y palabrersos, Jean
Ío
Son las mejores, porque las preguntas que no hallan respuestas, quien las formula, las inventa...y la imaginación es la hoguera generada por la chispa.
ResponderEliminarAndri
Esa espiral es la que nos hace avanzar, porque la pregunta es en sí una forma de conocimiento: indica que existe la duda. Saludos
ResponderEliminarMariola, pero no es fácil perseverar. El acecho del desánimo está a la vuelta de cada día. Y sin embargo, se persevera. ¿Será que el objetivo es poderoso y su atracción no cesa?
ResponderEliminarSe agrdece tu paso.
Ío. Acaso son las mejores porque permanecen siempre en vigor. Y eso nos empuja a seguir prosèctando. Alcanzar la cima ¿será como un viaje a Ítaca pero en vertical? Cuánto gustan algunos seres humanos en perseguir el ascenso, el reconocimiento, el triunfo. Mas, ¿se permanece en la cúspide o resulta ficción?
ResponderEliminarOye, lo de palabrersos...¿qué es? (Me intriga)
Andri, y la chispa tiene que tener una materia combustible donde perder, pienso.
ResponderEliminarAvanzamos en espiral. Uno de los símbolos más antiguos de la humanidad. Implica origen y recorrido, nunca final.
ResponderEliminarMe gusta lo de la pregunta como forma de conocimiento: naturalmente que lo es. Incluso en su forma más elemental. No te digo si está bien formulada.
Buenas noches, José Luis.
Prefiero el ras del suelo, donde lo minúsculo resulta muy hermoso cuando lo miras de cerca, sin importar las alturas ni subirte a ellas, porque las cumbres están lejos y seguramente es mentira que se llegue, o existan.
ResponderEliminarEl viaje siempre es hacia dentro, y a las preguntas, donde el silencio es la brújula que nunca te llevará a un destino.
Palabr(as-v)ersos
Sigue siendo un placer
Ío
Eso que dices, Ío, me recuerda...algo que tengo olvidado: de niño me tumbaba boca arriba a ver el cielo. Veía las cumbres y los valles y los océanos simplemente mirando el cielo. Me veía a mí.
ResponderEliminarTienes razón. Viajamos hacia dentro. Pero las direcciones del entrono, ¿nos indican o nos despistan?
Yo no lo he olvidado, sigo mirando el cielo, sobre todo el nocturno.
ResponderEliminarDeberías hacerlo de nuevo, para verte otra vez.
Creo que no importa demasiado la dirección que tomemos, el sentido del camino no cambiará por ello
Ío
Es muy alentador
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
No bromees, perder nunca :)
ResponderEliminarJajajaja.
Besitos!!!
Esta te encantará:
ResponderEliminarhttp://youtu.be/r0ic2vTv0Sk
Ío, excepcionalmente lo he hecho de mayor, pero en la infancia era un diálogo permanente con el cielo, las nubes voladoras o inertes, el espacio soñado...
ResponderEliminarTal vez lo reintente, pero el frío de los páramos hiere mucho, además de lo pedregosos que son...
Y alentadoras son vuestras opiniones, LaPérfida.
ResponderEliminarR28. Se quiera o no, en la vida se pierde muchas veces. Lo importante e sno convertirse en perdedor definitivo, muchos ya lo son de continuo, de alguna manera. Pero hay que seguir los juegos y las apuestas.
ResponderEliminarLos páramos son parajes muy inhóspitos, lo sé bien; las piedras cortantes, el frío que no te deja huir, y la niebla, la hermosa niebla entre tú y el cielo.
ResponderEliminarBuenos días, Jean
Ío
Parece que los conoces muy bien, Ío. Pero en ellos hay vida. He visto hormigas viviendo tiempo y tiempo en las oquedades y galerías de las rocas calizas. El frío es intenso. Pero el cielo es limpio. La niebla no tiene la contaminación que conlleva cuando se desplaza por las ciudades. Hay quien describe el páramo como lugar de desolación. Una visión particular y extendida. Pero hay belleza. Esa sensación de que el horizonte está bajo tus pies, no a la altura de los ojos, es inenarrable. Como bien dices, estás en diálogo con el cielo.
ResponderEliminarEs verdad, los habitantes de los páramos son especiales, solo ellos difrutan de la belleza que les rodea, y es mucha la que sienten.
ResponderEliminarUn páramo y yo
Buenas noches, Jean
Ío
Me ha gustado mucho tu Cúpula 8, más la 7
No es por llevarte la contra, que no puedo, porque hay belleza en ellos, claro. Pero hay rigores y más dependiendo del tiempo en que se haya vivido en ellos. Conocí a un hombre que padeció esos rigores, esa dureza y el silencio del medio durante los años veinte y treinta del siglo pasado. Le hicieron de hierro más que de piedra. Se forjó y llegó a muy viejo. Misterio de los páramos o de la capacidad de adaptación de algunos seres.
ResponderEliminarGracia, Ío.