jueves, 30 de junio de 2011

Simbiosis. 7.



Mas no te conformes, sigue sugiriendo la voz, con sujetar la vestimenta de la palabra. No estés pendiente ni de cómo se emite ni de cómo traduce afectadamente la mano su sentido. Te van a entender igual sin el teatro con el que intentas deslumbrar. Con que el impulso que sale de tu garganta sea firme, con que el verbo sea sincero, con que tu gesto obre contenidamente, cuantos te escuchen accederán a ti. Y tú serás entrañablemente acogido.  



8 comentarios:

  1. Lamentablemente no siempre es tan sencillo ser acogido y entendido.

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  2. No siempre, estoy de acuerdo. La pregunta sería: ¿hasta qué punto hacemos el esfuerzo porque fuera posible?

    Gracias, Sandra por pasar, bienvenida.

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  3. Tal vez así debió ser la oratoria del personaje histórico Jesús de Nazaret, con impulso firme, verbo sincero y gesto contenido (o al menos así se lo imagina una aunque puede que me lo hicieron ver así)...

    Pero parece que, desgraciadamente, a lo largo de la historia y, por supuesto, en la actualidad, abunde, por contra, el discurso de gesto nada contenido  y palabra aparentemente firme y lejanamente sincera, dirigido de tal forma hacia nuestra razón o conciencia que cuantos escuchen accedan a tomar como verdad su demagogia. A este tipo discursivo se refería mi anterior comentario.

    Y sí, ante todo calma, es importante, claro.

    Un abrazo.

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  4. Imaginativa tú, Gabriela. No tenía yo in mente ese supuesto personaje, pero como como se ha diseñado al cabo de los siglos tal cantidad de personalidades sobre él, pues podría ser. Supongo que sobre esa encarnación oral se ha volcado el reflejo de muchas ilusiones, roles, esperanzas, éticas, políticas, etc. O sea, que es un personaje a imagen y semejanza de las sociedades, castas y clases necesitadas de que existiera aunque no lo hubiera (o haya) hecho.

    Hoy la palabra ha sido suplantada por las imágenes consensuadas, por el discurso estereotipado, por el da-ígual-que-tú-hables-porque-no-te-vamos-a-hacer-caso que se escucha desde los poderes...

    Creo que tienes en ese enfoque mucha claridad, ergo razón.

    Gracias por tus matices, que aportan.

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  5. Y no solamente esto (hola de nuevo a todas), no es necesario irse al devenir de los siglos ni a las maniobras políticas de la iglesia para percibir la incoherencia. La incoherencia está en la Biblia misma porque, ¿no es incompatible el dios del Antiguo Testamento con el del Nuevo Testamento? Uno es vengativo y cruel, y el otro en cambio es evangélico, pone la otra mejilla, y demás. Son dos dioses distintos, apenas encuentro relación entre uno y otro.
    Luego quien lea el Eclesiastés, por ejemplo, encontrará un discurso completamente incompatible con ningún dogma. Un discurso que habla de lo incognoscible de dios, de que no podemos saber nada de él, que es vanidad pretenderlo, etc...

    Bueno, perdón, siempre divago.
    ¿Vosotras creeis que realmente las palabras y la razón que pueda emanar de ellas llega al corazón de los hombres? Yo no lo sé, creo que no, creo que esos gestos, cierta voluntad que cada persona desprende, es lo que nos hace queridos a los demás o no... ¿sois pesimistas respecto de la razón dialógica como herramienta de verdad?

    Un saludo.

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  6. La creación de un discurso propio, de una gestualidad propia, habrían de ser, finalmente, ambiciones humanas; sin embargo, allá afuera ya no hay humanidad -o la hay muy poca-, lo demás es un conglomerado de entes antropomorfos instintivos y atorrantes, escaladores a la moda del modelo de turno. Ser uno mismo, con un lenguaje armado desde una enciclopedia propia, con diccionarios propios y un andamiaje de gestos devenidos de la experiencia propia y el deseo, por supuesto, de ser claros, concisos y queribles.
    Un abrazo, Jean.

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  7. Juan C. Es que tal vez las contradicciones residen en que la iglesia (o el cristianismo en general) intenta llevar toda la herencia literaria en que trata de fundamentar su corpus "justificativo" a la misma línea doctrinal. De todos modos, el Dios del nuevo testamento recoge también el del Antiguo (está latente, más en la oscuridad, la largo mano del Padre...no lo olvides. Ese padre que pide el sacrificio de su hijo, en el Nuevo, ¿no es la misma imagen de Abrahm e Isaac actualizada para los tiempos del llamado Cristo y el Imperio Romano?) Acaso no hay nada nuevo del todo ni tan incompatible, sino sólamente adecuación a los tiempos. Las culturas son ansí.

    No, si tus divagaciones vienen bien, son sugerencias. Lo cual no quiere decir que uno pueda responderte, o entrar a cada idea que plantea. Se recogen y se indagan en el fuero interior. Por cierto, me repasaré el Eclesiastés.

    Sobre la pregunta que planteas, ¿qué opinas tú?

    Gracias.

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  8. Julio. En cierto modo el discurso (verbal y gestual) de cada individuo se va elaborando a lo largo de la vida. Sucede que partimos de patrones, de normas, de modelos, de imposiciones. Pero no todo permanece como costra sobre nosotros. Se altera esas pautas que heredamos, se cambian...¿hasta qué punto? No sé. Nunca hay una pureza, ni una independencia definitivas. Tal vez la independiencia se muestra en la misma rebelión. En el ejercicio de quitarnos lo alienante (lo que ha venido por otros) y el instante de su comprobación. Es el esfuerzo de lucha interior, de cuestionamiento permanente, de rechazo, de pulso entre aceptación y rechazo de lo que nos llega donde se manifiesta el Ser, nunca libre, nunca independiente, pero si esforzado.

    Pero admito tu versión del "ser uno mismo, con un lenguaje armado..." etc. Como objetivo y norte, aunque sea uno pesimista respecto a su consecución final. Pero así es el viaje a Ítaca.

    Un abrazo.

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