martes, 12 de septiembre de 2017

33. Estas voces y músicas celestiales



Soy la síntesis de los que me precedieron. Me encuentro en el aedo, en el rapsoda, en el recitador, en el bardo, en el trovador, en el cantautor de la víspera. Y todos ellos, resucitando el pasado, emergen en mí. Recorro caminos donde muchos no se aventuran y me detengo en las aldeas donde las voces y los dulces sonidos no llegan. Soy contratado para los jardines de los filósofos y me detengo en las tabernas de los que consuelan al anochecer sus ásperas jornadas. Acompaño las mesnadas del señor y canto por encargo a las damas que aman los caballeros. Accedo a las estancias de los enfermos y hago llover melancolía sobre las losas de los muertos. Apaciguo las decisiones que toman los comerciantes y suavizo las tertulias donde se agita lo irascible. Llego hasta las aulas de las nuevas culturas y me embarco en las exploraciones más ultramarinas. Me deslizo en el renacer de las modernas ideas y sobrevivo en los cánones donde éstas se repiten o se agotan. Alivio las lamentaciones de los perseguidos y apoyo las causas de los rebeldes. Rebajo las angustias de los penados y elevo las aspiraciones de cuantos anhelan ser libres. Las letras y las músicas se hacen un solo individuo cuando mi garganta y mis manos se conjuran para impulsar la esperanza. Ven, jugador del camino, y escucha mi canción y la melodía del viento que se acuna en mi regazo.



(Ilustración de Artemio Rodríguez)


2 comentarios:

  1. Detallada enunciación del vasto poder de aquellos trovadores. Por la imagen, la mujer que toca pareciera ser oriental y el instrumento, una especie de laúd, podría ser una biwa japonesa.
    =)

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    1. En mi infancia llegaban por ondas de radio también. Podría ser, aunque acaso también por Birmania, oh, perdón, Myanmar, o el país de los Thai se gastan dulces acordes.

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