...dejas que vea cómo te despliegas, mitad ave mitad pez, y tratas de confundirle para que no sepa si desciendes de un lejano vuelo o emerges del ancestral piélago, si tu cuerpo pertenece al éter o lo forma la sal de las olas, si acumula tiempo o es la mirada de un instante, y tentada por tu capacidad de seducción ingenias una danza de desconcierto en torno a su espera, y en ese revoloteo en que las algas se esparcen por tu propia costa zarandeas su inquieta contemplación, agitas los silencios que él encubre, contienes la pulsión que revuelve las vísceras del hombre, y mientras te ofreces él calla y se deja conducir por la ebriedad latente de tu baile arcano
(Imagen de Inés González Soria)
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