...al contemplar su espalda crees estar ante una tablilla de arcilla, repasas de derecha a izquierda sus trazos cuneiformes, te esfuerzas en una traducción, ¿estará escrita en esa piel la historia de la mujer?, te tienta colocar el dedo sobre cada signo pero su linealidad no es la misma a la que estás acostumbrado, quiero ser tu alumno, le dices a ella, pero la mujer calla y distiende su cuerpo, y entonces este no solo te muestra un alfabeto o una narración sino también los mapas de geografías que jamás habías observado anteriormente, y desde la acumulación de sus poros se emite un clima que no se parece a ninguno al que te has acogido hasta ahora
(Imagen de Inés González Soria)
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