...desearías que él se dejara de indecisiones y quiebros y permitiera que le rodeases con tus manos hacendosas o aunque no cediera del todo que al menos estuviera a tu merced y sintiera que tu tanteo volátil pronuncia propuestas y no se impone con impunidad y que percibiera que la extensión de tu gesto de ofrecimiento es una bienvenida donde tu puerta está abierta sin condiciones o tal vez solo con el requisito de que él no se sienta extraño dentro de tu casa mas esto no es posible saberlo mientras él no traspase tu umbral y tú no le indiques que puede acomodarse sin sentirse extraño ni estar alerta por tu insistente reclamación
(Imagen de Inés González Soria)
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