martes, 31 de octubre de 2017

57. El pez híbrido




A aquel pez le habían contado que en el mundo de las palmípedas existía el patito feo. Pero aunque veía desde su mirada sumergida en el estanque el chapoteo de cisnes, patos, gansos y otros moradores de superficie, no llegaba a comprender cómo podía haber fealdad en medio de tanta belleza. Él mismo no se consideraba feo, sino solamente raro. Y no raro únicamente por la disposición bipolar de su cuerpo, que alejaba a la mayoría de los otros peces, sino porque se consideraba ingenuamente superior a ellos. Se desplazaba sometido a dos posibilidades. Podía caminar sobre el fondo y cuando se cansaba se dejaba conducir a través de la inercia refleja de las aletas. Era uno de esos seres híbridos extraordinarios que acumulan más propiedades que los animales comunes, pero que son poco entendidos por cuantos les rodean. Sin embargo su condición aparentemente ventajosa no era práctica. Si los demás peces nadaban a él le costaba seguir su ritmo. Y si él pretendía caminar no era seguido por aquellos que no estaban provistos del apoyo de unas extremidades. Vivía en una situación que le volvía no solo incomprendido sino solitario y marginado. Pero contra el destino nada podía hacer. 

Jugador, la ventaja no siempre es favorable. Los medios de que se dispone no garantizan el futuro. Cuida los recursos con los que te ha dotado la naturaleza y echa el dado antes de que te invada el desasosiego.



(Ilustración de Artemio Rodríguez) 


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