martes, 15 de agosto de 2017

13. Y la nave debe seguir yendo




¿Quién teme a un número que es como cualquier otro? De temer una cifra, teme al número no nombrado, al que no cuenta, al que se desconoce, al silencioso, al que aumenta la desgracia de los hombres o al que rebaja su dignidad. Ponerte en ruta a la sombra de un número caprichoso no es ni mejor ni peor. Lo que vale es el rumbo que tomes, aunque la mayor parte de las veces la orientación no sea premeditada sino que se va adecuando según obligue la navegación.

La mayoría de los vivientes simulan tener un destino, pero el destino no es solo incierto sino abstracto. El destino siempre es un recorrido corto, aunque desees, y lo consigas, llegar lejos. ¿Que Odiseo se embarcó para llegar a ninguna parte? Naturalmente. Él solo quería probar lo que había en el trayecto: animales, hombres, seres fantásticos, seducciones o sueños. El autor del poema viene a decir que llegó a buen puerto por saber ignorar cuanto accidente o tentación aparecieron sobre la ruta. No lo creo.

Sé que para ti, navegante, el recurso al recuerdo de  la partida y al anhelo de la llegada son meras excusas. Embarcado estás en el océano de lo ignoto y, por lo tanto, de la sorpresa. No te atemorices ante cada escollo, ni te hagas arrastrar de buenas a primeras por propuestas que no percibas firmes, ni te dejes vencer por los vientos más bravíos y las tempestades más desproporcionadas. Pero si en cada situación o al menos en alguna de ellas encuentras motivos para prospectar tu naturaleza, dedica un tiempo, por si no vuelves a tener la oportunidad. Aligera la carga en cuanto sientas que te oprimen y te retienen las fuerzas más inesperadas. Llegará la calma y entonces disfruta del instante de la levedad. Debes seguir navegando. No hay más opción. Y que los seres de las aguas te acompañen dulcemente.



(Ilustración de Artemio Rodríguez)


4 comentarios:

  1. Impecables reflexiones en las que me siento identificada. En la vida, por supuesto, no importa tanto el puerto de llegada (que todos sabemos cuál es) sino el impulso y el entusiasmo que le impongamos a la travesía. Eso marcará la diferencia.
    Un abrazo

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    1. Además no sabemos ni lo temporal ni lo segura ni lo gratificante que puede tener tal navegación. Somos demasiados rígidos respecto al pensamiento que tenemos sobre la vida y su inercia, lo cual hace que cuando llegan imprevistos desagradables no sepamos afrontarlos y elevarnos.

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  2.  “Mar sesgo, viento largo, estrella clara”

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    1. Sabe más de océano que yo; se sienten esas observaciones.

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