viernes, 18 de agosto de 2017

16. La lucha de goma




La última vez saliste perdedor. Ah, ¿qué tenía truco y te tocó perder? Si me estás diciendo que todo era teatro, que tanta apariencia de fuerza y el sudor y los ayes del público falso y los exabruptos de los contendientes, todo, era parte del atrezzo no me decepcionaré. Estoy acostumbrado. La gente asiste a las mayores barbaridades cometidas con los cuerpos como si se sentaran ante un espectáculo. Si la sangre de verdad la convierte en ficción es como si doliera menos. De eso quieren convencerse muchos. Con mayor motivo que en un espectáculo menor, donde corrían apuestas y griteríos, y quien más o quien menos expelía agrio mezcal de su garganta, y aquella cadena de televisión enardeciendo telespectadores, el tono empleado sea de saber que al final no ha pasado nada. Cada cual cobra lo acordado y todos a casa, hasta la próxima. Es la pedagogía que suaviza los pies de la violencia. ¿Que alguien cerca de ti ha sufrido el espasmo de la brutalidad pendenciera e inesperada? Se le aplica la pedagogía de lo ficticio, se llora un poco, se consuela con miradas tiernas a la viudita, se brinda por la memoria del finado y a correr. Siempre a correr. Corre cuanto antes a otra casilla, los luchadores de goma puede que no sean lo que te toque a ti en cualquier momento si alguien mueve su dedo fácil y su talante descerebrado.  




(Ilustración de Artemio Rodríguez)

  

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